Dicen que el amor entra por los ojos, pero la verdad es que si tenemos la fortuna de alimentarnos al menos tres veces al día, el amor también entra por la boca. La comida es un placer y más allá de satisfacer una necesidad básica puede aportarnos muchísimos beneficios si sabemos elegir y combinar los nutrientes adecuados.
Para esclarecer dudas en torno al mundo de la nutrición saludable, tan en boga en los últimos tiempos, hemos seleccionado cinco variantes de dietas. Aunque todas conllevan sus respectivas ventajas, lo ideal es que un especialista las recomiende y monitoree según el momento vital de la persona que elija seguirlas.
Paleodieta
Tal como su nombre indica, esta forma de alimentación está inspirada en los orígenes de la raza humana, concretamente en la época paleolítica. Durante millones de años nuestros ancestros se dedicaron a cazar animales y a recolectar bayas, frutas y brotes que encontraban a su paso. Con el descubrimiento y el dominio del fuego consiguieron transformar las proteínas y nutrientes, pero jamás comían cereales, granos, azúcar, lácteos o sustancias procesadas.
El objetivo de llevar esta dieta no es imitar las costumbres de la edad de piedra, sino adoptar la naturalidad de su alimentación aprovechando los beneficios que ofrece la Tierra sin la intervención del hombre. Se consume pescado, carne, huevo, semillas, fruta y vegetales. Muchos expertos, como los del New York Obesity Nutrition Research Center, afirman que es la forma más saludable de comer, ya que trabaja a favor de los genes ayudando a que el cuerpo se mantenga delgado, fuerte y vigoroso.
Detox
Esta dieta podría confundirse con la peligrosa moda que se basa en beber jugos para perder kilos extra en cuestión de días. Al contrario de dicha apurada y arriesgada maniobra, la premisa de esta alimentación es la eliminación saludable de toxinas. Aunque durante el proceso se baje de peso, ése no es el objetivo. Se puede comer proteína animal, vegetal, frutas, verduras, semillas, cereales y granos. La idea es proveer al organismo con nutrientes sanos libres de conservadores, azúcares, sales y sustancias que puedan dañar el funcionamiento digestivo o deteriorar el metabolismo a largo plazo.
El cuerpo humano es perfecto y ya cuenta con sus mecanismos naturales de depuración, sin embargo, si a ello le añadimos una dieta libre de toxinas podemos brindarle enormes ventajas. Según el Nutrition Wellness Educator Certification Panel de Estados Unidos, los riñones, el hígado, el intestino delgado, el intestino grueso y el corazón se benefician. Lo mismo ocurre con los niveles de colesterol alto, los índices glicémicos y la inflamación celular.
Macrobiótica
Este tipo de alimentación parte de la polaridad de la naturaleza: el principio del yin y yang. Consiste en una adaptación de las tradiciones culinarias del lejano oriente, donde la comida es parte esencial del equilibrio de la vida. Tan importante como la buena educación mental o el cultivo de la espiritualidad, aquí la nutrición es una pieza clave en el desarrollo integral humano.
A diferencia de otras dietas, ésta no parte de un rigor científico, sino energético. Agrupa los alimentos en dos categorías según sus cargas, pasivas o activas, y asegura la salud manteniendo un equilibrio entre ambas. Con el tiempo se va haciendo más estricta, pudiendo incluso eliminar grupos nutricionales. Por eso el experto que la recomiende debe conocer y analizar el estilo de vida de quien la pida, para así estructurar un plan alimentario basado en las necesidades de su momento vital.
Raw Food
El enemigo de esta dieta también conocida como crudívora es el fuego. Parte de la idea de que el calor a partir de los 47 grados centígrados destruye los nutrientes y las encimas naturales, que son las potencian la digestión de los alimentos y previenen enfermedades crónicas como la diabetes, ciertos tipos de alergias y dolores de cabeza. Aunque prácticamente incluye todos los grupos de alimentos, la comida siempre se consume en su estado crudo: fruta, vegetales, nueces, semillas, granos, huevos, carne, pescado, pollo y hasta los lácteos sin pasteurizar.
Este tipo de dieta es polémica a nivel científico. Algunos expertos, como los del Departamento de Salud de la Universidad de Columbia, aseguran que al cocinar se pierden algunos nutrientes, pero a la vez la cocción permite que el cuerpo asimile y absorba mejor ciertas sustancias. De cualquier modo, sólo un especialista debería guiar a una persona si decide optar por este camino.
Vegana
Esta es la modalidad más extrema del vegetarianismo, donde se evitan al máximo las proteínas de origen animal. No se consumen lácteos, huevos, carne, pescado, ni aves. Muchos de sus seguidores la prefieren por razones que no sólo apelan a la salud, sino a un estilo de vida más responsable, ecológico y humano.
Según el Departamento de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, los veganos que consumen proteínas vegetales en sus distintas alternativas pueden conseguir una proteína de tan alta calidad como la animal. La clave para aportar los nutrientes que un cuerpo sano necesita es la diversidad. Además de que un especialista debe monitorearla, hay que comer mucha fruta, vegetales de hoja verde oscuro, productos de grano entero, nueces, semillas y leguminosas.
Sea como sea, cada persona tiene que encontrar el estilo de alimentación que mejor se adapte a ella, ya sea a nivel de sus necesidades fisiológicas, su estilo de vida y sus gustos más o menos conscientes.

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